martes, 20 de septiembre de 2011

Un año sin José Antonio Labordeta

Este billete se publicó en el "Diari de Tarragona" con motivo de la muerte de Labordeta. Hoy, un año después, y entre debates y controversias que ponen a cada uno en su sitio, os lo dejo aquí. Con el mismo cariño con que lo escribí.

19 de septiembre de 2011



JOSÉ ANTONIO LABORDETA: LA VOZ Y LA PALABRA


Me despido de mi tierra,
de mis montañas y ríos.
Me marcho porque me empujan,
nunca lo hubiera querido.

Aunque me voy no me voy,
aunque me voy no me ausento.
Aunque me voy de persona
me quedo de pensamiento.
J. A. Labordeta


Con frecuencia, la sombra de la muerte deforma la imagen de aquellos que se fueron. A veces agiganta su perfil y, en otras ocasiones, banaliza su legado. En estos días, desde que supimos la triste nueva, no por esperada menos dolorosa, de la muerte de José Antonio Labordeta, los medios de comunicación han hecho antología de anécdotas y chascarrillos referidos, sobre todo, a su etapa como diputado, quedando así la imagen amable de un político campechano, gruñón e insobornable, capaz de mandar literalmente a la mierda a la derecha más rancia y ultramontana. Con alguna mención a su aventura televisiva de viajero incansable por las tierras de España. Y a su bonhomía. Y poco más. Como si esos fuesen los límites de su herencia. Es de justicia reivindicar la importancia de su figura y la huella de su labor en el panorama de la cultura española contemporánea. Referente imprescindible en el ámbito de la canción de autor, uno de esos trovadores y juglares que buscaron en la poesía el camino hacia la libertad y que algún día se estudiarán en las aulas universitarias como hoy lo hacemos con sus colegas medievales y renacentistas. Escritor por vocación y poeta por destino, nos deja un ramillete de novelas, obras memorialísticas y, sobre todo, libros de poemas de indiscutible calidad y significación, porque Labordeta es, fundamentalmente, un poeta que, en el azar de un tiempo sombrío, empuñó la guitarra para trocar poemas en canciones, igual que, años después, transformó en crónica audiovisual su mirada lírica sobre los hombres y los paisajes de la vieja Iberia. Un hombre de izquierdas a quien, desde los años de la dictadura, el compromiso social y humano le empujó a la actividad política, como compañero de viaje del PCE, como fundador del Partido Socialista de Aragón, como promotor del diario Andalán, como diputado por la CHA… siempre con sensación de provisionalidad porque la política no fue nunca su medio de vida y porque no quiso verse jamás señalado con aquella bienaventuranza del acervo popular: “Bienaventurados, madre, / los políticos de oficio / que trabajan para el pueblo / si ello les da beneficio.”
Tengo una querencia especial por el abuelo. Por sus canciones y poemas, que me han acompañado desde siempre y han llenado esos huecos de soledad que se abren ante nosotros, algunas veces, como socavones de la existencia. Por su actitud ante el mundo. Porque me abrió las puertas a la poesía de su hermano Miguel, como un regalo impagable. Estuve con él, por última vez, en julio de 2009, en Jaca. Allí hicimos planes para que viniese a leer sus versos a Cambrils. Tendría que haber sido el pasado mes de noviembre; la enfermedad se lo impidió. Ahora, aquella cita queda aplazada para siempre.

RAMÓN GARCÍA MATEOS