lunes, 29 de octubre de 2012

"Baza de copas: ajuste de cuentas", por Jordi Ledesma

Baza de copas: Ajuste de cuentas, es la primera incursión en la narrativa de ficción del excepcional poeta salmantino Ramón García Mateos. Al concluir su lectura uno se pregunta por qué no lo hizo antes.


Como el que nace con un pan debajo del brazo, la obra se alza con el Premio Tiflos de cuento, en su edición de 2012.
El libro nos ofrece sesenta y tres relatos, que su autor prefiere llamar artefactos literarios y para ello pide permiso a Nicanor Parra, divididos en tres bloques, cuanto menos, volátiles.
La narración de García Mateos es como su poesía, medida y solemne, pero de una solemnidad que arranca sonrisas en muchos párrafos, a través de un humor ácido que la mayoría de veces conduce a la reflexión.
En sus personajes, algunos ilustres, encontramos, sobre todo, cotidianidad. Con maestría nos hace amena su rutina, plasmando un retrato social cargado de costumbrismo y transparencia en el que tropezamos, entre otras cosas, con curas de pueblo, amantes despechadas, forzudos homéricos o poetas borrachos. Pequeños extractos de vida que se entrelazan con el burbujear de las cafeteras, largos tragos de vino, amor y muerte. Realidades de color pálido como en los cuadros de Edward Hopper, un fragmento de uno de ellos ilustra la cubierta, quizás buscando el paralelismo, aunque en los textos de Ramón García no hallemos swing, ni teutones urbanitas ensimismados. Baza de copas suena a copla, es mediterráneo, rural, cañí, pero encierra la misma esencia de naturalidad solitaria. Si el maestro norteamericano,  a Hooper me refiero, hubiera nacido en Villares de la Reina, en Amposta o en Motril, no me cabe la menor duda de que habría pintado escenas como las que don Ramón describe.
Una lectura fundamental para adentrarnos en los miedos y pecados de una sociedad tan próxima como singular.
Jordi Ledesma

"Baza de copas" de Ramón García Mateos, por Antonio Gracia



Al filo de la epopeya,
una pluma errabunda engrana historias 
que teselan un mundo hostil y lúbrico.
El juglar, liberado del corsé
del poema y el cuento, se pasea
por la prosa y la lírica, 
la elegía y la sátira,
en una sociedad en la que acaso
solo el sexo mitiga la existencia.
Antología añil de narraciones
-desde la estampa hasta el microrrelato-
encabalgadas con sabiduría.
Un cuento contando cuentos,
pergeñándose en novela. 
La literatura es vida;
la vida es literatura.
"¿Que no viva, decís, o que no escriba?"

Premio Tiflos 2012.

Por Antonio Gracia, en su blog Mientras mi vida fluye hacia la muerte.

domingo, 28 de octubre de 2012

Baza de copas o de envidos a la vida, por Rafael Morales Barba


Rafael Morales Barba - Foto de RC Montesinos, 2011
Ramón García Mateos: Baza de copas. Ajuste de cuentas (Castalia/Edhasa, 2012)

 Baza de copas o de envidos a la vida. Así llega este zumo de prosas líricas, en algún caso concreto proemas, pero ganadoras de un premio de cuentos: el Tiflos  2012 de la editorial Castalia/Edhasa, especializada en textos bachilleres y universitarios. Sin embargo nada más ajeno a los cuentos hay en estos relatos y reportajes, anécdotas y vivencias, donde una manera de ver la vida hecha guiños cómplices (para los cómplices), salta y nos asalta. A Ramón García Mateos ya se le conocía su trayectoria como poeta e investigador en José Agustín Goytisolo, pero pocos sabían de esta tarea secreta como escritor de estos falsos cuentos, pulsiones y melancolías, insurgencias y compromisos. Además trae cierto mundo afectivo e intelectual de los nacidos en la España de 1960, donde los modelos intelectuales y escritores, viajes,  o lo rural y lo urbano, se fusionan trágica y cálidamente.

Ha escrito García Mateos uno de esos textos inclasificables que supuran desde un tiempo. Lo ha hecho con una prosa cálida y cuidada como pocas, templada y apasionante, deudora de una época en algún modelo narrativo, pero propia siempre. Muy personal y sin clichés en su afán de ser expresiva y comprometida, violenta y virulenta en ocasiones, pero en fin, decía el joven Andrés Amorós, literatura. Literatura cuidada en las tres secciones del libro, bajo el marco del Escribo en los bares. Y desde donde surgen escritores como Pier Paolo Pasolini, Claudio Rodríguez, Miguel de Unamuno entre un sinfín de ellos que se conjugan en primera con el pobre Gregorio y sus perros llegando con la primavera, con el maestro don Atilano, Casiano el asesino o el ciego Gaudencio entre otros. Las historias fingidas y verdaderas de aventuras y lances, de mujeres y  pueblos, con su tonto y su puta, donde Antonio Pereira y Francisco Umbral miran como una gitana vendedora de globos es aporreada por cierta policía municipal, se revelan nítidas. Donde el Cabrero canta a Borges. Ironía y compromiso, memorias de la aldea y ternura existencial, desde el pañuelo del húmedo sinsabor de la amargura brotan llenas de matices. Mucha ternura, mucha insurgencia y mucho deseo, desde el bar de Miguel con su fútbol  hasta las historias picantes, de amores y traiciones. Con sus debidos contrapuntos en el entrañable homenaje a María Mateos Varas. Y no es el único caso de un sentimental que ha sabido leer la prosa de una reciente tradición española. 

En definitiva estamos un ramillete de versos en prosa, siempre variados, y que se pueden leer espaciadamente. Si a este conjunto de memorias, reportajes y escenas, relatos y proemas se le ha dado en llamar cuentos no seremos nosotros quienes los marchitemos, pues ha merecido la pena leerlos en su frescura y fragancia, contrapuntos.  Y aunque sean otra cosa muy diferente a los cuentos al uso. Pero ya se sabe que estamos en la época de la fusión de géneros.

                               Rafael Morales Barba
Universidad Autónoma de Madrid

viernes, 26 de octubre de 2012

A Ramón García Mateos por Daguerrotipos moderadamente apócrifos, por María García Esperón


Ramón García Mateos
Daguerrotipos moderadamente apócrifos
II Premio Iberoamericano de Poesía Juegos Florales de Tegucigalpa 2011
La Ronda, Honduras
Primera edición, junio 2012


Gracias, Ramón García Mateos, por estos Daguerrotipos moderadamente apócrifos con los que no solo ganaste ese premio de Tegucigalpa y viniste a  América para confirmarnos huéspedes en la casa común de las palabras, sino que le devolviste a la letra sangre y a la palabra cuerpo y respiración y hombre completo que desespera y sueña que bebe y fuma y se muere de premoniciones y de recuerdos y se muere de amor ahí, en la hoja sobre la mesa, manchada la hoja de alguna bebida, impregnada la mano del olor del tabaco, musa de Homero y duende lorquiano y ángel terrible de Rilke y hasta, Ramón, unos demonios lúbricos y una Margarita mejor dibujada y más viva que –me perdone el dios Goethe al que confieso también mi pecado- mejor que la del Fausto

Sí, mejor, Ramón, que en estas tus letras continente en expansión, nos entregas mejorado prácticamente todo y a todos. ¿Qué o quién te falta por nombrar en las páginas de tus Daguerrotipos? Si cada uno es infinito y rumoroso y simplemente en Yo no tengo patria están la historia del mundo y las cábalas todas de los exilios todos y los miles de años y las miríadas de olas y el kaleidoscópico desierto innumerable… y tu código genético y el de todos los que te escucharon y aplaudieron allá en Tegucigalpa y se embriagaron sobriamente en el vino espeso antiguo de esa palabra tuya que es como la sangre para el azteca, que tanto la derramaba, agua preciosa.

Desterrado del tiempo de los héroes lo has vuelto a urdir en tu palabra y en este año 2012 en el que dicen que dijeron los mayas que el mundo acabaría, se cumple la cíclica promesa de Quetzalcóatl y alto y barbado y planetario has venido a la América central y esbelta a dar comienzo a un mundo nuevo con su nueva literatura, la que no es española ni hondureña solamente, sino universal y humana.

Desterrado del tiempo de los héroes, Ramón García Mateos, has venido a deletrearnos en la lengua de los dioses, que como tú, tampoco tienen patria, porque habitan en la casa común de las palabras. 

María García Esperón

jueves, 25 de octubre de 2012

Tres libros de Ramón García Mateos


Escribo en los bares. En la misma mesa. Siempre en la misma mesa. En todos los bares donde ellos escribieron. En el café Salesas con don Antonio Machado  o en el  de Levante con el gran Valle-Inclán. Por si se me pegara algo.
Ramón García Mateos

Si la poesía llegó a mi vida cuando todavía no sabía ni leer ni escribir siendo muy muy pequeñita, primero de la mano de Alfonsina Storni y luego a través de las canciones de María Elena Walsh, oficialmente la poesía española llegó a mi vida a los 13 años al iniciar la secundaria, muy especialmente con Antonio Machado. Junto a él recorrí España, la del corazón, la de las voces que la habitaban y latían, las voces que la despertaban y la revelaban. Esas voces poéticas eran nuevas pero a la vez conocidas. Eran íntimas, cercanas como las voces de mis vecinos y amigos mayores tan queridos, eran las voces de la España que ellos cantaban y me contaban al calor de mi infancia, las de la España que extrañaban y les dolía, las de su infancia.

Fue en cuarto año cuando la materia Literatura se dedicó en forma exclusiva a la literatura española. Aparecieron en mi vida los romances, la juglaresca, los cantares y las coplas y me enamoré de ellos profundamente. Estas voces eran tan antiguas como nuevas, de tan lejos y tan de adentro, tan de otros y tan mías, tan nuestras.

Fueron llegando poetas, voces, palabras, y eran las del pueblo. Cantaban la tristeza, el dolor, la belleza, la ternura, el humor, la picardía, el compromiso social, la pasión, el amor. Fue llegando cada uno con su voz propia y a la vez con las de sus antecesores, y siempre con el pueblo, con su grito, su lucha, su llanto y sus festejos, siempre con la gente. Era poesía y era canto, y era de todos y para todos. Igualito que en mi infancia con Alfonsina y con María Elena de quienes aprendí que mi acercamiento a la poesía sería siempre desde el asombro, la incerteza, el abismo y la canción, así me volqué a sus lecturas jamás desde el intento de explicación sino desde un lugar íntimo y silvestre.

Hace ya varios días atrás recibí tres libros de Ramón García Mateos. Dos de ellos premiados recientemente: Baza de copas: ajuste de cuentas, ganador del Premio Tiflos de Literatura de la ONCE en la categoría cuento, y Daguerrotipos moderadamente apócrifos, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Juegos Florales de Tegucigalpa. El otro libro es Memoria [amarga] de mí, un cuaderno de apuntes del año 2005, un diario en donde recoge sus experiencias de vida, anécdotas, viajes, opiniones, las vivencias más íntimas y profundas junto a su familia, el grupo Goliardos y demás amigos entrañables, vivencias impregnadas de poesía.

La lectura de estos libros de Ramón se suma a la lectura anterior de su antología Rumor de Agua Redonda que recoge los poemas publicados entre 1998 y 2010, además de otras lecturas que puedo realizar gracias a Internet.

He venido publicando en su blog De amor y de copla reseñas maravillosas que han hecho escritores y lectores sobre estas obras a la vez que el tiempo desde la llegada de los libros a mi casa se fue extendiendo y mi silencio sobre ellos también. Siempre me ha resultado muy difícil escribir una reseña, muy difícil plasmar en palabras lo que siento al leer un libro, todo lo que me moviliza, más aún si se trata de poesía.
Baza de copas: ajuste de cuentas ganó el Premio Tiflos de Literatura en la categoría cuento y dice Ramón en un texto bellísimo que escribió hace tiempo que poesía y literatura no son la misma cosa para inmediatamente agregar
el origen de la poesía no está en la letra escrita —salvemos el pleonasmo— sino en la palabra oral, viva y de repente, que se pierde en el tiempo, en la palabra sagrada, rito y conjuro, que descubre el mundo y lo crea y lo transforma.
La lectura de Baza de Copas: ajuste de cuentas, Daguerrotipos moderadamente apócrifos y Memoria [amarga] de mí resultó ser para mí un recorrido a pie junto al poeta, porque siento que Ramón es un poeta de a pie, errante y nómada –como él señala en uno de sus poemas-, que transita la vida paso a paso honrándola, traspasando espacio y tiempo, cultivando la amistad, el amor a los suyos, rescatando las palabras de los otros que en él se escriben, llevando consigo sus heridas y también sus risas, un poeta que lleva con él toda España y su gente, de norte a sur y de este a oeste pero también lleva las gentes de otros lugares como él mismo lo dice en otro de sus poemas titulado "Yo no tengo patria".  El nos trae la palabra oral, viva, sagrada que recrea al mundo y nos recrea.

Al leer estos libros encontré ese color local tan característico de España pero también encontré a Latinoamérica y el realismo mágico. Aunque no cumpla con las características del género, algo de eso hay en sus relatos de Baza de copas: ajuste de cuentas porque Gabriel García Márquez se me presentó caminando con Ramón, recorriendo juntos esos caminos. Son tantas las voces que hablan en la voz de Ramón y a la vez es tan propia y tan suya. Nos cuenta las historias de seres que nos resultan entrañables, otros contradictorios, algunos arrasados por la oscuridad más extrema y la desolación. Personas como nosotros y como los otros, como los que amamos y los que aborrecemos. Y allí, en las hojas de sus libros, están también sus lecturas, sus poetas y sus amigos, aquellos que lo tallaron y marcaron a fuego.

Si los poetas españoles que fueron llegando a mi vida a partir de la secundaria llegaron con su voz propia, la de sus antecesores y la del pueblo, así llega la voz de Ramón. En su obra están todas esas voces y la suya, y su compromiso como hombre y poeta.

En Poesía y literatura no son la misma cosa Ramón señala también que
la literatura nace de la invención —de la mentira— y el verso desgrana la verdad en gajos de emoción y de ternura
Para más adelante agregar:
la literatura es aire, dulzura que acaricia, mas el poema es luz que de tan pura hiere, resplandor que revela la negrura del alma, que inquieta las pupilas, deforma los cartílagos y purifica el tuétano del dolor.
Por otra parte en Baza de copas: ajuste de cuentas dice:
Escribo en los bares. Ocupo un rincón en penumbra, siempre de espaldas a la pared y con la mirada pendiente de la puerta.
Y ese escribo en los bares lo repite en Daguerrotipos moderadamente apócrifos. 
Desde esa penumbra donde Ramón escribe nace el resplandor que revela las almas, cada uno de los personajes reales o literarios que habitan las páginas de los libros revelan todas nuestras sombras.

En estos tres libros el lector encontrará relatos y anécdotas desbordantes de poesía y poemas en prosa de profunda intensidad que ahondan en la amistad, el amor, el sexo, la opresión, la injusticia, la muerte, la soledad, el deseo, la desolación, la complejidad y la contradicción en las relaciones humanas.  Son sus protagonistas personajes literarios, otros reales, poetas actuales y de otros tiempos, amigos, él mismo, creándose un ambiente de incertezas en donde se fusiona lo real con lo literario y no se sabe en donde termina la vida y comienza la literatura o viceversa. En sus páginas queda manifiesto el compromiso social del poeta y su desgarradura.

En el genial prólogo de Daguerrotipos moderadamente apócrifos, su autor el poeta cubano Luis Manuel Pérez Boitel dice al final, entrando en lo que tituló como Séptimo Árbol:
Así va sucediéndose el libro, a manera de tempus intelectivos que el creador ha denominado artefactos. La poesía como artefacto, como necesidad para la vida doméstica. Y pide así cierta disculpa a Nicanor, aunque yo dijera a García Mateos, a la manera de Eliot: The eyes are not here/ there are no eyes here/ In this valley of dying stars/ In this hollow valley / This broken jaw of our lost kingdoms. Y en estos reinos perdidos bajo estos daguerrotipos que la poesía asume como los trigales del lejano Oriente o la lluvia de marzo en una isla, visto aquí en la memoria de un hombre que se ha sentado bajo un árbol a contemplar el mundo, a la manera de Job.
Yo
confieso mi pecado.
En un texto publicado en el blog  Ramón señaló:
Por eso seguimos escribiendo versos, para que alguien, algún día, enjugue con ellos su corazón ensombrecido.
Ramón nos devuelve la palabra en tiempos en donde en el mundo muchos olvidaron de qué se trata, y olvidaron además esta cuestión de celebrar la vida, la amistad, de honrar la dignidad humana. No hay celebración sin el pueblo, sin la gente, sin cada uno de nosotros. No hay celebración si es de unos pocos y no hay pueblo sin la suma de las diferentes voces. La palabra es de todos y para todos, la poesía nos pertenece como nuestra memoria, la necesitamos en el día a día para los pequeños actos que son los grandes actos que nos transforman y transforman la sociedad, es vital para transitar hacia el futuro. ◘ Alejandra Moglia.

García Mateos, Ramón. Baza de copas: ajuste de cuentas. Barcelona: Castalia, 2012.
García Mateos, Ramón. Daguerrotipos moderadamente apócrifos. Tegucigalpa: Alcaldía Municipal del Distrito Central, 2012
García Mateos, Ramón. Memoria [amarga] de mí (Cuaderno de verano, 2005). Tarragona: Silva, 2006


Blog del poetaDe amor y de copla

domingo, 14 de octubre de 2012

UN XARNEGO DEL RAVAL: En record de Manolo Vázquez Montalbán



El 18 de octubre, a las 19:30 hs., se desarrollará Un Xarnego del Raval: en rocord de Manolo Vázquez Montalbán

El evento, organizado por el Ateneu Roig, se realizará en la Biblioteca de Cambrils. 

Participan del mismo: 

"Per la boca mor el peix", Joan Josep Pujadas Muñoz (Catedràtic d’Antropologia Social de la URV) 

"MVM i l’esport",  Joan Rius Sant (Catedràtic d’Educació Física a l’ Institut Cal·lípolis de Tarragona) 

"Entre coplas y boleros: la subversión de la cultura", Ramón García Mateos (Catedràtic de Llengua i Literatura Espanyoles a l’Institut Cambrils)

lunes, 8 de octubre de 2012

"Baza de copas. Ajuste de cuentas, Ramón García Mateos", por Ignacio Sanz



Compartimos la reseña de Ignacio Sanz sobre Baza de copas: ajuste de cuentas, de Ramón García Mateos. Dicha reseña ha sido publicada en "La tormenta en un vaso".

El poeta y profesor Ramón García Mateos, salmantino recriado en Galicia, que recaló en la adolescencia en Cataluña y, desde allí, en Cambrils, viene agitando las aguas de la cultura a través de foros, aulas, encuentros, grupos musicales, jornadas de todo tipo, recibió el XXII Premio Tiflos de cuentos por el libro que suscita este comentario. El libro destila recuerdos, medias verdades, porque el lector sospecha que también, entre los recuerdos se cuelan algunas invenciones o medias mentiras. Todo convenientemente trufado.
Para empezar su prosa es limpia y transparente como los cielos de Salamanca. Una prosa salpicada de lecturas, de guiños, de homenajes íntimos a escritores y poetas que pasaron por su vida y le dejaron huella. El Blas de Otero más surealista de Historias fingidas y verdaderas parece que se cuela a veces en estos cuentos que tienen mucho que ver con la propia memoria del poeta. De ahí que Salamanca, Galicia y Cataluña salpiquen estas páginas que a ratos resultan desgarradoras porque el poeta se desnuda y nos muestra esquirlas de pesadumbre y su dolor, a ratos paródicas y a ratos encandilantes, como si nos tuviera sentado en la mesa de madera de una taberna y allí, con un carajillo en la mano, nos llevara a pasear, ahora con Cunqueiro en una noche de excesos y crímenes dignos de romances de ciego, tan caros al poeta; ahora con el Perucho erudito que encuentra en el recodo de un libro una noticia curiosa de la que nos hace partícipes; ahora con el poeta Geral Vergés, cuya obra tradujo en su día con pulso firme; ahora con su gran amigo, el poeta Juan López Carrillo, dado a los excesos y a los epigramas, en la estela deslumbrante de Catulo.
A veces los cuentos carecen de vocación narrativa, son simples apuntes, notas tomadas a vuelo, aguijones venenosos, como los epigramas de López Carrillo que dejan un regusto largo en el paladar.
Estamos ante un escritor que lo ha leído todo, desde Lezama a Borges, desde José Agustín Goytisolo a Estellés. Con los más próximos ha vivido episodios curiosos de los que deja constancia en estas páginas apasionadas; estamos ante un escritor que lo ha escuchado todo, de Ovidi Montllor a Joaquín Díaz o Paco Ibañez. Y nos hace partícipes de lo que ocurrió en un escenario, a veces una simple anécdota que valdría por un tratado.
Además de las múltiples lecturas, García Mateos ceba estos cuentos memoralísticos con las historias escuchadas a los más próximos, especialmente a sus compañeros de trabajo. De ahí que el libro recale a veces por Almería o por Ariza para trasladarnos la historia que Pepe Jiménez o José Antonio Corella le han contado, precisamente para que él, un sabio del buen contar, nos la traslade la historia, limpia de adherencias locales.
Baza de copas no se puede escribir con pocos años. Es necesario haber vivido mucho, haber leído mucho, haber escuchado mucho para que luego el poeta, trasmutado en prosista, en las altas horas del insomnio, recree lo esencial de ese bagaje vital en su cuaderno visionario.
Me han impresionado algunos relatos íntimos, como la muerte de su tía salmantina, de la que hace repaso pormenorizado de su vida abnegada y servicial. Y me ha impresionado la amenidad, la ligereza, el aire fresco que recorre estas páginas como una brisa cambiante que estimula la memoria.
                                                                                                                          Ignacio Sanz 



FUENTE

Sanz, Ignacio. Baza de copas. Ajuste de cuentas, Ramón García Mateos. En: La tormenta en un vaso, 8 de octubre de 2012.

domingo, 7 de octubre de 2012

"Eres como la rosa..." de Ramón García Mateos, en la voz de María García Esperón



Para Gemma, estas coplas nacidas al calor de la voz grande de Enrique Morente. Y para que Pepe las cante.

Eres como la rosa
de Alejandría
colorada de noche
blanca de día:
flor de mi ramo
para mi niña blanca
canela y clavo.

Amapola del campo
dulce jazmín.
Son tus ojos mi niña
flor de alhelí:
clavo y albahaca
para mi blanca niña
la luz de alba.

Morenita la cara
fuego en los labios
y un corazón con alas
pa volar alto:
alba del día
por tu boca la luna
me sonreía.

Como la luz del aire
libre te quiero.
Libertad que acaricia
la flor del tiempo:
sonrisa nueva
tierna como una rama
de yerbabuena.

(C) Ramón García Mateos
En: Memoria [amarga] de mí. (Cuaderno de verano, 2005)

Voz: María García Esperón
Música: Canon flamenco 2012

martes, 2 de octubre de 2012

"Yo no tengo patria" de Ramón García Mateos, en la voz de Joaquín de la Buelga


A Chicho Sánchez Ferlosio.
Escuchando a Jorge Drexler.


Yo no tengo patria. Habito en la casa común de las palabras. Errante y nómada. Pude nacer berebere en el desierto, con aroma de té verde y jazmín entre las manos, albahaca y cilantro en la memoria. Vagabundo por las dunas de alheña de tu cuerpo. Desterrado del tiempo de los héroes. Nómada y errante. Entré en España en los albores del siglo XV, acunado por los cantos ondulantes de viejas egipcianas: anduve los caminos, azotaron mi cuerpo, grabaron con fuego mi conciencia, cortaron finalmente mis orejas. Errante y nómada. Salí de mi casa, con patio y con aljibe, y me llevé una llave que guardaba la sombra del recuerdo: Sefarad con luz de limoneros y una estrella de David sobre mi puerta, señal de sangre y augurio de la muerte. Como en Berlín, como en Varsovia. Errante. Nómada. Crucé allende los mares en la bodega de un barco caribeño, con la quimera del pobre de encontrar El Dorado en las Américas, hasta un bohío muy cerca de Cienfuegos: azúcar, ron de caña, hambre, mucha hambre, y un augurio de sueño y rebeldía. Nómada. Errante. Y regresé de nuevo, salí de la Argentina, de Chile, de Uruguay… huyendo de la necesidad y los tiranos, susurrando una vieja tonada en prolongados insomnios de sangre y de terror, retornando en la noche, allí, a la ESMA, hierro en mi carne, hijos de puta, cuánto dolor y cuánto miedo, de regreso otra vez. Errante y nómada. Me llamaron sudaca, charnego, indio, maqueto y, hasta un día, con tono despectivo, me gritaron al rostro: castellano. Trabajé de peón y jornalero por un pobre salario de emigrante. De sombra a sombra. Nómada y errante. Hago mía su canción, con aires de milonga melancólica:

Perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera,
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste.
Yo soy un moro judío
que vive con los cristianos,
no sé qué Dios es el mío
ni cuáles son mis hermanos.

Errante y nómada. Habito en la casa común de las palabras. Yo no tengo patria.

(C) Ramón García Mateos. 

Daguerrotipos moderadamente apócrifos
Premio Iberoamericano de Poesía Juegos Florales de Tegucigalpa