domingo, 28 de octubre de 2012

Baza de copas o de envidos a la vida, por Rafael Morales Barba


Rafael Morales Barba - Foto de RC Montesinos, 2011
Ramón García Mateos: Baza de copas. Ajuste de cuentas (Castalia/Edhasa, 2012)

 Baza de copas o de envidos a la vida. Así llega este zumo de prosas líricas, en algún caso concreto proemas, pero ganadoras de un premio de cuentos: el Tiflos  2012 de la editorial Castalia/Edhasa, especializada en textos bachilleres y universitarios. Sin embargo nada más ajeno a los cuentos hay en estos relatos y reportajes, anécdotas y vivencias, donde una manera de ver la vida hecha guiños cómplices (para los cómplices), salta y nos asalta. A Ramón García Mateos ya se le conocía su trayectoria como poeta e investigador en José Agustín Goytisolo, pero pocos sabían de esta tarea secreta como escritor de estos falsos cuentos, pulsiones y melancolías, insurgencias y compromisos. Además trae cierto mundo afectivo e intelectual de los nacidos en la España de 1960, donde los modelos intelectuales y escritores, viajes,  o lo rural y lo urbano, se fusionan trágica y cálidamente.

Ha escrito García Mateos uno de esos textos inclasificables que supuran desde un tiempo. Lo ha hecho con una prosa cálida y cuidada como pocas, templada y apasionante, deudora de una época en algún modelo narrativo, pero propia siempre. Muy personal y sin clichés en su afán de ser expresiva y comprometida, violenta y virulenta en ocasiones, pero en fin, decía el joven Andrés Amorós, literatura. Literatura cuidada en las tres secciones del libro, bajo el marco del Escribo en los bares. Y desde donde surgen escritores como Pier Paolo Pasolini, Claudio Rodríguez, Miguel de Unamuno entre un sinfín de ellos que se conjugan en primera con el pobre Gregorio y sus perros llegando con la primavera, con el maestro don Atilano, Casiano el asesino o el ciego Gaudencio entre otros. Las historias fingidas y verdaderas de aventuras y lances, de mujeres y  pueblos, con su tonto y su puta, donde Antonio Pereira y Francisco Umbral miran como una gitana vendedora de globos es aporreada por cierta policía municipal, se revelan nítidas. Donde el Cabrero canta a Borges. Ironía y compromiso, memorias de la aldea y ternura existencial, desde el pañuelo del húmedo sinsabor de la amargura brotan llenas de matices. Mucha ternura, mucha insurgencia y mucho deseo, desde el bar de Miguel con su fútbol  hasta las historias picantes, de amores y traiciones. Con sus debidos contrapuntos en el entrañable homenaje a María Mateos Varas. Y no es el único caso de un sentimental que ha sabido leer la prosa de una reciente tradición española. 

En definitiva estamos un ramillete de versos en prosa, siempre variados, y que se pueden leer espaciadamente. Si a este conjunto de memorias, reportajes y escenas, relatos y proemas se le ha dado en llamar cuentos no seremos nosotros quienes los marchitemos, pues ha merecido la pena leerlos en su frescura y fragancia, contrapuntos.  Y aunque sean otra cosa muy diferente a los cuentos al uso. Pero ya se sabe que estamos en la época de la fusión de géneros.

                               Rafael Morales Barba
Universidad Autónoma de Madrid