Rafael Morales Barba - Foto de RC Montesinos, 2011 |
Ramón García Mateos: Baza de copas. Ajuste de cuentas (Castalia/Edhasa,
2012)
Baza de copas
o de envidos a la vida. Así llega este zumo de prosas líricas, en algún caso
concreto proemas, pero ganadoras de
un premio de cuentos: el Tiflos 2012 de
la editorial Castalia/Edhasa, especializada en textos bachilleres y
universitarios. Sin embargo nada más ajeno a los cuentos hay en estos relatos y
reportajes, anécdotas y vivencias, donde una manera de ver la vida hecha guiños
cómplices (para los cómplices), salta y nos asalta. A Ramón García Mateos ya se
le conocía su trayectoria como poeta e investigador en José Agustín Goytisolo,
pero pocos sabían de esta tarea secreta como escritor de estos falsos cuentos, pulsiones
y melancolías, insurgencias y compromisos. Además trae cierto mundo afectivo e
intelectual de los nacidos en la
España de 1960, donde los modelos intelectuales y escritores,
viajes, o lo rural y lo urbano, se
fusionan trágica y cálidamente.
Ha
escrito García Mateos uno de esos textos inclasificables que supuran desde un
tiempo. Lo ha hecho con una prosa cálida y cuidada como pocas, templada y
apasionante, deudora de una época en algún modelo narrativo, pero propia
siempre. Muy personal y sin clichés en su afán de ser expresiva y comprometida,
violenta y virulenta en ocasiones, pero en fin, decía el joven Andrés Amorós,
literatura. Literatura cuidada en las tres secciones del libro, bajo el marco
del Escribo en los bares. Y desde donde
surgen escritores como Pier Paolo Pasolini, Claudio Rodríguez, Miguel de
Unamuno entre un sinfín de ellos que se conjugan en primera con el pobre
Gregorio y sus perros llegando con la primavera, con el maestro don Atilano,
Casiano el asesino o el ciego Gaudencio entre otros. Las historias fingidas y
verdaderas de aventuras y lances, de mujeres y
pueblos, con su tonto y su puta, donde Antonio Pereira y Francisco
Umbral miran como una gitana vendedora de globos es aporreada por cierta
policía municipal, se revelan nítidas. Donde el Cabrero canta a Borges. Ironía
y compromiso, memorias de la aldea y ternura existencial, desde el pañuelo del
húmedo sinsabor de la amargura brotan llenas de matices. Mucha ternura, mucha
insurgencia y mucho deseo, desde el bar de Miguel con su fútbol hasta las historias picantes, de amores y
traiciones. Con sus debidos contrapuntos en el entrañable homenaje a María
Mateos Varas. Y no es el único caso de un sentimental que ha sabido leer la
prosa de una reciente tradición española.
En
definitiva estamos un ramillete de versos en prosa, siempre variados, y que se
pueden leer espaciadamente. Si a este conjunto de memorias, reportajes y
escenas, relatos y proemas se le ha
dado en llamar cuentos no seremos nosotros quienes los marchitemos, pues ha
merecido la pena leerlos en su frescura y fragancia, contrapuntos. Y aunque sean otra cosa muy diferente a los
cuentos al uso. Pero ya se sabe que estamos en la época de la fusión de géneros.
Rafael Morales
Barba
Universidad
Autónoma de Madrid