lunes, 29 de octubre de 2012

"Baza de copas: ajuste de cuentas", por Jordi Ledesma

Baza de copas: Ajuste de cuentas, es la primera incursión en la narrativa de ficción del excepcional poeta salmantino Ramón García Mateos. Al concluir su lectura uno se pregunta por qué no lo hizo antes.


Como el que nace con un pan debajo del brazo, la obra se alza con el Premio Tiflos de cuento, en su edición de 2012.
El libro nos ofrece sesenta y tres relatos, que su autor prefiere llamar artefactos literarios y para ello pide permiso a Nicanor Parra, divididos en tres bloques, cuanto menos, volátiles.
La narración de García Mateos es como su poesía, medida y solemne, pero de una solemnidad que arranca sonrisas en muchos párrafos, a través de un humor ácido que la mayoría de veces conduce a la reflexión.
En sus personajes, algunos ilustres, encontramos, sobre todo, cotidianidad. Con maestría nos hace amena su rutina, plasmando un retrato social cargado de costumbrismo y transparencia en el que tropezamos, entre otras cosas, con curas de pueblo, amantes despechadas, forzudos homéricos o poetas borrachos. Pequeños extractos de vida que se entrelazan con el burbujear de las cafeteras, largos tragos de vino, amor y muerte. Realidades de color pálido como en los cuadros de Edward Hopper, un fragmento de uno de ellos ilustra la cubierta, quizás buscando el paralelismo, aunque en los textos de Ramón García no hallemos swing, ni teutones urbanitas ensimismados. Baza de copas suena a copla, es mediterráneo, rural, cañí, pero encierra la misma esencia de naturalidad solitaria. Si el maestro norteamericano,  a Hooper me refiero, hubiera nacido en Villares de la Reina, en Amposta o en Motril, no me cabe la menor duda de que habría pintado escenas como las que don Ramón describe.
Una lectura fundamental para adentrarnos en los miedos y pecados de una sociedad tan próxima como singular.
Jordi Ledesma