lunes, 24 de septiembre de 2012

"BAZA DE COPAS, Ramón García Mateos". Reseña de Antonio Tello

Compartimos la reseña del escritor Antonio Tello sobre el libro Baza de copas. Ajuste de cuentas, de Ramón García Mateos. La misma ha sido publicada en su blog "MIS [RE]LECTURAS"

 
Baza de copas: ajuste de cuentas
(Edhasa-Castalia Ediciones, 2012), de Ramón García Mateos, llega con la vitola del XXII Premio Tiflos de Cuentos, y con la jerarquía de un riguroso ejercicio narrativo elaborado a partir de una pulsión poética de tradición popular. De aquí que la lectura de este libro se revele como eco de las voces de rapsodas y bardos que, desde el más remoto pasado, han nutrido la memoria colectiva.
Los cuentos y relatos reunidos en Baza de copas: ajuste de cuentas  enuncia el deseo del autor de armonizar el mundo desde su oficio y, aunque diga que «cada cual aguante su vela», no hay aquí cobranzas  de deudas, ni literarias ni personales, que menoscaben la posición del narrador y acoten el sentido último de un libro en cuya escritura late la sinceridad del poeta.
Ramón García Mateos en tanto poeta considera estos artefactos -palabra que usa en homenaje al gran Nicanor Parra- vehículos de relación de hechos más o menos cotidianos que se elevan y elevan a sus protagonistas a la singularidad precisamente por el hecho mismo de ser relatados. Esta intención resulta crucial porque alimenta la oralidad de una escritura literaria a la que la modernidad ha venido despojando de esta característica en favor de la incomunicabilidad y del hermetismo propiciados por las élites culturales. En este sentido, RGM se reivindica no sin orgullo como poeta de raigambre popular, sin que por ello caiga en el costumbrismo o en el simplismo para contentar a los simples. RGM reclama la voz del poeta para que asuma en plenitud su papel social y cuente aquello que, a su juicio, debe ser contado. 
En este ajuste de cuentas que propone el poeta, poco importa que las piezas que componenBazas de copasconstituyan una mezcla de cuentos, relatos, anécdotas e incluso comentarios, porque lo vital para rehumanizar la expresión escrita es devolverla al arte de contar y restituir el vínculo más directo y entrañable con el otro. No es caprichoso que RGM inicie su serie de cuentos situando al poeta -situándose-, en un lugar público y proyectándolo -proyectándose- como un jugador del far west con la muerte siempre acechándolo por la espalda.[Escribo en los bares. Ocupo un rincón en penumbra, siempre de espaldas a la pared y con la mirada pendiente de la puerta, como en las viejas películas del oeste...]. Porque es desde ese «rincón en penumbra» que puede observar la realidad y contarla sabiendo que el relato de la verdad entraña peligro. Porque el poeta sabe que no hay relato como no hay poema sin verdad. Sin ésta el poema o el relato no son poema o relato sino excrescencias políticas, ideológicas, religiosas o económicas. Y lo que trasunta Baza de copas: ajuste de cuentas es esa vigorosa naturalidad que surge de lo verdadero, de lo esencialmente poético.
Antonio Tello

domingo, 23 de septiembre de 2012

Presentación de "Baza de copas. Ajuste de cuentas", en la Biblioteca Pública de Vila-Seca



El 28 de septiembre, a las 19 hs., Ramón García Mateos presentará su libro "Baza de copas. Ajuste de cuentas" en la Biblioteca Pública de Vila-Seca.






sábado, 22 de septiembre de 2012

"Baza de copas. Ajuste de cuentas", en la mirada de Mateo Sanz de Santos

Baza de copas. Ajuste de cuentas, de Ramón García Mateos, en la mirada de Mateo Sanz de Santos.


"Baza de copas. Ajuste de cuentas" en la mirada de Agustí Ortoneda Fosch

Baza de copas. Ajuste de cuentas, de Ramón García Mateos, en la mirada del fotógrafo Agustí Ortoneda Fosch, autor de las fotos de solapa de este libro y de Daguerrotipos moderadamente Apócrifos.







Fotos © Agustí Ortoneda Fosch
VER:

Presentación de "Baza de copas. Ajuste de cuentas" en la Biblioteca de Cambrils

Compartimos algunas fotos de la presentación de "Baza de copas. Ajuste de cuentas", de Ramón García Mateos en la Biblioteca de Cambrils el pasado 21 de septiembre.



Fueron los presentadores Rosa Fusté AntichRosana Andreu Febas y Ramón García Mateos.
Las fotos han sido tomadas por Álvaro García Martorell.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

"Sobre Baza de copas. Ajuste de cuentas de Ramón García Mateos", por Maribel Moreno




            Resulta evidente por qué nunca jugaré una partida de cartas con Ramón, poeta de pluma dulce y tiro certero: a nadie le gusta saberse vencido a priori.  Prefiero, sin duda, como buen crupier, barajar y cortar las cartas a mi antojo, como hago ahora con esta su Baza de copas.

            Barajo sus cartas con maestría, cual cascada incesante por la que asoma el paso del tiempo que no conoce de historia mesurable, al igual que la muerte. Muerte de la sota, del caballo o del rey, del padre, del poeta o del amigo. Descienden por las aguas de timba todos aquellos que nunca tuvieron no ya lo que algunos denominan patria, sino hogar y que, errantes, caminan eternamente de la mano de la palabra y de la poesía que no descansa en ninguna mesa ni se aloja en pluma alguna.

            Tras los primeros cortes de la baraja, dispongo sus cartas sobre el verde tapete dibujando círculos alrededor de una, escogida al azar: el as de copas. Como anillas que amaga el tronco de un árbol, ejercen sobre ella fuerzas no sé si centrífugas o centrípetas, pero siempre a merced de la intensidad de los sentimientos. Al girarlas, sus cartas cuentan mágicas historias de personajes deliciosamente descritos, como Fabián Minguela o “El Sarda”; hablan de familia, paisajes y recuerdos de unas tierras que aún saben a niñez y a aventuras de juventud; dibujan, desnudos y humanizados, célebres poetas; fantasean sobre el sexo y el deseo, algunas veces -pocas- de forma sugerida y muchas de manera expresa; ensalzan la amistad (insuperables las palabras dedicadas a López-Carrillo); se indignan ante la injusticia y el abuso de poder; critican la religión y lo ruin del pensar colectivo; transcriben magistralmente cotidianas conversaciones de bar o de consulta de médico; narran bellísimos poemas en prosa de gran dramatismo; nos deleitan con su exquisita riqueza léxica y plástica; consiguen, desde la aparente simplicidad de un juego de naipes, que la emoción reverbere en nuestro interior como lo hacía en las pupilas inertes de Gaudencio. 


Maribel Moreno

domingo, 16 de septiembre de 2012

Baza de copas, por Fernando Parra



Comparto un fragmento de la reseña de Fernando Parra, publicada en el blog "Cesó todo y déjeme"que realiza junto a Beatriz Pastor.

El último libro de Ramón García Mateos se titula Baza de copas (Castalia/Edhasa) y ha sido recientemente galardonado con el Premio Tiflos de Cuento convocado por la ONCE.
Lo primero que urge destacar, feliz urgencia que no puede esperar por lo insólito en el campo de la prosa, es que se trata de un libro llamado a perdurar. Y esto no es decir poca cosa si pensamos en esa tendencia impuesta por la llamada literatura de entretenimiento que convierte al libro en un producto de consumo fugaz, material fungible que caduca una vez aquél ha cumplido con su cometido estrictamente lúdico. El libro de García Mateos no compartirá espacio en el anaquel de las cáscaras. He leído la obra 3 veces y cada una de las lecturas ha reportado al espíritu el mismo placer estético y esa atmósfera inconfundible que preludia el ingreso en el espacio sagrado de la verdadera literatura, tras cuyo umbral permanecemos ya para siempre.
Uno de los factores que contribuyen a la inmortalidad de Baza de copas es que la obra se alimenta de la propia literatura y bebe de su elixir, que es siempre garante de eternidad. Recoge el libro estampas líricas de algunos de los escritores fetiches de nuestro autor, escritas con un amor delicado, nostálgico, en ocasiones desgarrado; otras veces se reformula el mito clásico, como en el delicioso capítulo de Ariadna o aquel otro donde El maestro y Margarita, de Bulgákov, adquiere bajo la luz lírica de Ramón una tornasolada y mágica irrealidad; hay momentos donde literatura y vida -¿acaso no son lo mismo?-, se confunden para buscar a Plinio en Tomelloso, charlar con la estatua de Cunqueiro en Mondoñedo o con la de Torrente Ballester en el Novelty, aunque esta vez no cuajara el sortilegio de la madrugada; finalmente, hay capítulos donde se reflexiona sobre el propio quehacer creativo. (Seguir leyendo en Cesó todo y déjeme)

El prof. Parra nos recuerda también que

Ramón García Mateos presentará su Baza de copas. Ajuste de cuentas el próximo viernes 21 de septiembre en la Biblioteca Municipal de Cambrils a las 19h.

FUENTE

Parra, Fernando. Baza de copas. En: Cesó todo y déjeme, 16 de septiembre de 2012

martes, 11 de septiembre de 2012

Rumor de agua redonda, por Juan López-Carrillo




Rumor de agua redonda (Antología 1998 - 2010) de Ramón García Mateos no es una antología poética de Ramón García Mateos,

tampoco el montacargas de lignito que lo eleva hasta la Luna en las fiestas de guardar. Desde allí, el poeta nos observa como las criaturas que un día fuimos, ya inanes, hasta que la mano de ajenjo, romero y wolframio nos vuelve a dar forma y sentido;

tampoco el hontanar de poesía forjada con vista, oído, olor, sabor y tacto; 

tampoco Claudio Rodríguez, Paco Ibáñez, Blas de Otero, Juan Carlos Mestre, Nicanor Parra, Rafael Alberti, Ramiro Pinilla, los Goliardos, Nancy Morejón, Miguel Hernández y José Hierro tomando vino, café, whisky y aguardiente en la Plaza Mayor de Salamanca, discutiendo sobre si Cerralbo fue antes o después de Ramón García Mateos, minutos previos al inicio de la Vuelta Ciclista a España. 

tampoco la boveda de una ermita que aspira a catedral y se derrumba en año bisiesto; 

tampoco el agua del pozo que sale fresca y belicosa por las mañanas y que el poeta bebe apoyado en el brocal, con gesto de torero antiguo, mirando hacia ese horizonte que un día le llevará a Tegucigalpa, pasando por Paris y haciendo noche en Atlanta. Nada queda lejós del verbo ni de la oración copulativa, siempre dispuestos a levantar un mundo nuevo; 

tampoco una canción de José Alfonso, de Moustaki o de Chicho Sánchez Ferlosio mientras los niños meriendan pan con vino tinto y azucar o con una onza de chocolate. 

tampoco la memoria calcarea de los muertos, convexa tras lamer el óxido de calcio de los huesos, fragmentos de esqueletos que yacen ocultos bajo el hormigón de la tragedia, hundidos ya para siempre los andamios que sostenían el jenjibre y el amaranto, los paseos por Zamora, Granada, Salamanca, Roma, Buenos Aires, Lisboa, Segovia y el malecón de la Habana, y el dulce beso que llega al mediodía antes de que se pudra el tiempo; 

tampoco la lengua castellana, generosa, abierta de piernas a la curiosidad infantil, cuando esta descubrió, subida a una hipoteca, que todo quedaría bajo el manto de la palabra. 

tampoco el poeta durante los meses de julio y agosto, sosteniendo sus entrañas en las manos –antes de ponerse a escribir–, las visceras que nunca nos mostró, higado, corazón, pancreas, estómago, pulmones, intestinos... órganos que los demás sólo intuimos tener y que dan al cuerpo la sustentación real y a la certeza, su saber. Ramón lo descubrió hace tres mil años, por eso abre los ojos, te mira a la cara y torna a escribir;

tampoco el que él sepa quien es, y sepa de donde viene, y sepa cual es su sitio, y sepa porqué escribe. Yo también descubrí quien es, nadie se llame a engaño. 

tampoco Cesar Vallejo, Félix Grande, Federico García Lorca, José Agustín Goytisolo, Antonio Carvajal, Antonio Machado, Ignacio Sanz, Fernando Pessoa, José Antonio Labordeta, Aníbal Núñez, Rafael Guillen y Fray Luis de León, dando voces por las calles de Reus, discutiendo sobre el Cántico Espiritual de Juan de Yepes, buscando en la madrugada algún bar de mala muerte tras perder el tren de la anochecida; 

tampoco la Semana Santa de Sevilla, encarnecida, hecha forma en la figura de María de Magdala, mientras dos camareros lloran desconsolados frente al televisor; 

tampoco un niño con cabás que orina desde la copa de un nogal, meándose, mediante hermosa parábola, en la boca de la ignominia y de la injusticia sempiterna. El tomillo y la copla, las sabinas, los romances, los olivos, las amapolas, el soneto y la nana, los jarales, el romero y el espliego envuelven y abrazan al chiquillo, extienden su manto y lo ascienden con aromas de tierra y con voz de pueblo, por encima del castillo de la Rosa de Jericó. El niño, feliz, tararea una canción que estremece a la muerte; 

tampoco los paseos con Gerard Vergés por Cambrils, haciendo parada en la Ampolla, mientras la raíz de la mandrágora se hundía cada vez más en la insoportable levedad del verso y se dejaba caer expectante en El jardín de las delicias del Bosco. Mientras tanto, al sur, en Alcoy, Vicent Andrés Estelles y Ovidi Montllor mezclan en el mismo vaso, un chorro de anís, otro del Canto General de Neruda y otro de coñac; es la hora del crepúsculo, del orín y la sosa caústica, 

tampoco el filo de una navaja de afeitar que se mueve impaciente entre las ingles, como una fría lengua deseosa de saborear la merecida sangre; 

tampoco el claustro medieval desde el que Ramón Oteo daba clases a sus alumnos hablando de Garcilaso y del Lazarillo, de Quevedo y de Góngora, de Cervantes y de Jorge Manrique, y donde Ausiás March, años antes, recogío la flor de azahar de sus naranjos. En las paredes de las galerías de ese claustro hubo inscripciones grabadas en mármol dedicadas a Lope de Vega, Cervantes, Quevedo y Calderón, y una mano xenófoba, conservada en zotal, las mandó retirar y ocultar; 

tampoco el poeta que desde los medios mira con gesto altivo y sosegado al tendido y a las gradas, momentos antes de igualar a la muerte, instantes antes de entrarle con genio y valentía, tras escribir con almizcle y cal: mortal y revivido para siempre; 

porque Rumor de agua redonda (Antología 1998-2010) de Ramón García Mateos no es una antología poética de Ramón García Mateos, 

es la razón concava de todo lo anterior antes de ser escrita su primera y última página.

Juan López-Carrillo

Como una copla


De los álamos el viento,
de los juncos nace el agua
y de una copla de amor
Beltrán nació en Salamanca.

Cantan los platos
sobre la mesa
cuando se tocan
las panaderas.

Como la copla de ronda
nacida de una enramada
con flores de primavera
entre los labios de Laura.

Cantan los vasos
y la botella,
danzan airosas
las tejoletas.

Con ecos del romancero
y canción enamorada
brezan sus sueños de niño
rumores de tierra en calma.

Cantan sartenes
y tapaderas
con alegría
de luna nueva.

Ramón García Mateos

jueves, 6 de septiembre de 2012

Yo nací berebere en el desierto, de Ramón García Mateos - En la voz de María García Esperón



Yo nací berebere en el desierto,
mas no guardo el recuerdo
de aquella epifanía.
Sólo mi tez cetrina lo delata.
Y estos ojos que miran,
invisibles y ocultos,
el lejano silencio que aletea
en los sueños sin luna de mis noches.
Sí vive en mi memoria
una antigua añoranza
de especias y pan ácimo,
hierbabuena que aroma las terrazas,
pipa de kif que lentamente humea,
nostalgia sosegada
con té verde y limón.

Yo nací berebere en el desierto
y tuve un reino hermoso junto a un río.
Territorio de luz entre mis sueños,
un reino sin fronteras
-mi vieja libertad de rey mendigo-,
el tiempo inacabable ante mis párpados,
la luna que desdobla
su brillo diamantino
tras las dunas de alheña por tu cuerpo.
Mi patria desolada
perdida para siempre:
la flor del azúmbar,
el perfume de los espicanardos,
el aroma a cilantro y a canela.

Yo nací berebere en el desierto
cuando selló cancelas
el tiempo de los héroes.
Los rumores de antaño
anegan con sus voces
el frío silente de la madrugada:
rumor de agua redonda por las norias,
rumor celeste y alfanje ensangrentado,
rumor lejano de caballo en llama,
rumor que brilla sobre tu piel desnuda,
susurro de la carne,
murmullo del deseo.
De aquel tiempo pasado,
con caminos abiertos
hacia la claridad más pura,
no perdura ni un rastro
allende del silencio:
mi memoria es el libro
sagrado de la muerte.

Yo nací berebere en el desierto
y aunque no tuve nada
ya todo lo he perdido.
El pulso de tu aliento entre mis besos,
la llave de una casa que fue mía,
el olor de la albahaca
colgando en mi ventana.
Todo,
ya todo lo perdí
al vuelo del azor y el gavilán
—se lo llevara el agua,
se lo llevara el tiempo—,
ya todo lo perdí como un castigo
que nubla el horizonte en el ocaso,
que nubla la claridad del mediodía,
que nubla mi futuro de fantasmas.

(C) Ramón García Mateos
En: Rumor de agua redonda
Voz: María García Esperón
Música: Jordi Saall. Diáspora sefardí
2012